Periparus ater (Linnaeus, 1758) Nombre preferente:

Carbonero garrapinos

Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

16422

Mundial. Párido paleártico, extendido por el cinturón boreal, templado y mediterráneo de Europa, que alcanza el Pacífico y Taiwan, y además presenta núcleos en Berbería, Anatolia, Cáucaso e Irán. La península Ibérica está ocupada por la subespecie endémica vierae, descrita por Nicholson en 1906 sobre aves de Coimbra, forma que también engloba a cabrerae (Witherby, 1928), tipificada a partir de aves de Cercedilla (Madrid), propia del este y centro, más pálida y grande que las del occidente ibérico. España.

Distribución peninsular que abarca toda la España húmeda, desde las costas gallegas hasta el litoral catalán, en todos los pisos de vegetación del eje cántabro-pirenaico. El otro gran bastión corresponde al arco del Sistema Ibérico y las sierras béticas y subbéticas, y al núcleo del Sistema Central y las tierras pinariegas de la orilla izquierda del Duero. Presenta además relictos de escasa entidad en contados pinares de Montes de Toledo, Las Villuercas y Sierra Morena.

Alcanza el límite superior del arbolado en los sistemas montañosos ibéricos. Sube hasta 2.400 m en Sierra Nevada (Pleguezuelos, 1992). Respecto a lo datado en el anterior atlas (Purroy, 1997), la única diferencia es su ausencia en Huelva posiblemente debida a errores en su identificación entonces.

Especialista de coníferas, con densidades máximas en pinares de pino silvestre maduros, pero también muy común en eucaliptales, hayedos, abedulares y robledales albares, con escasa presencia en los melojares y encinares del norte. Asociada positivamente con las precipitaciones y la presencia de montes de coníferas (Tellería & Santos, 1994), se rarifica en los pisos meso y termomediterráneo. Penetra en parques urbanos, por ejemplo en Madrid y costa levantina.

A escala nacional, restringe su distribución principalmente a pinares y abetales, en los que alcanza densidades medias de unas 80 aves/km2. Aunque presente, es mucho más escaso en otros hábitats arbolados, como sabinares, hayedos, robledales, encinares, alcornocales y eucaliptales (menos de 15 aves/km2 en estos medios). Prácticamente está ausente de zonas urbanas y de hábitats predominantemente desarbolados como pastizales y cultivos de herbáceas, donde alcanza densidades medias de menos de 1 av e/km2. En Cataluña las mayores densidades de carboneros garrapinos se han registrado en pinares subalpinos (promedio de 300 aves/km2), mosaicos arbolados de alta montaña (175 aves/km2) y pinares montanos (150 aves/km2), mientras que es muy escaso en otros tipos de masas arboladas como bosques caducifolios (50 aves/km2) y encinares-alcornocales (25 aves/km2).

En terrenos muy poco arbolados como cultivos herbáceos, viñedos, pastizales y matorrales es escasísimo (menos de 5 aves/km2; Sánchez-Krellenberg y Brotons en Herrando et al., 2011). En el centro de península Ibérica (Sánchez, 1991; Ramírez en Del Moral et al., 2002; Carrascal et al., 2002) es más abundante en pinares montanos de Pinus sylvestris (350-86 aves/km2), pinares de P. pinea y P.

pinaster (78-27 aves/km2) y bosques de ribera en zonas montanas (24 aves/km2); por el contrario es muy escaso en robledales de Quercus pyrenaica y encinares (1 ave/km2). Muy parecidas preferencias de hábitat muestra en el norte de España (País Vasco), siendo mucho más abundante en invierno en pinares de repoblación o naturales (60-135 aves/km2), que en robledales y hayedos (de 14 a 25 aves/km2; Gainzarain, 2006; Tellería y Galarza, 1990). El carbonero garrapinos tiene una reducida amplitud de distribución altitudinal, ya que principalmente ocupa bosques por encima de los 1.500 m de altitud; en Cataluña y en Madrid sus mayores abundancias medias se registran a 1.500-1.800 m s.n.m.

No obstante, puede alcanzar elevadas densidades desde casi el nivel del mar si hay bosques de coníferas, como ocurre en las áreas repobladas con pinares de Galicia y País Vasco (Tellería y Galarza, 1990). En los pinares montanos y subalpinos de P. sylvestris de la sierra de Guadarrama, la variación espacial de su abundancia invernal está más influida por el grado de insolación que reciben las diferentes parcelas de bosque, que por la disponibilidad de alimento, la altitud o la madurez del arbolado (Huertas y Díaz, 2001).

Aunque es una especie que crea despensas de alimento (piñones; Brotons y Haftorn, 1999; Brotons, 2000), los temporales fríos en bosques de montaña provocan fuertes disminuciones locales de su abundancia asociados a desplazamientos altitudinales (Carrascal, 1988), debido a que la cobertura de hielo y nieve afecta su principal sustrato de alimentación, el follaje de los pinos, y la plasticidad de su nicho espacial no le permite superar estos eventos de reducción repentina en la disponibilidad de comida (Carrascal, 1988; Brotons, 1997). Dentro de los pinares rastrea la disponibilidad de piñas y piñones, ocupando principalmente los bordes del pinar donde estos recursos son más abundantes (Brotons y Herrando, 2003). Las repoblaciones forestales de pinos le afectan positivamente, ya que puede tener densidades muy altas, y relativamente similares de más de 60 aves/ km2, cuando el arbolado supera los 5 m de altura, alcanzando aquí mayores abundancias invernales que en robledales o hayedos autóctonos (Potti, 1985; Carrascal, 1986a; Tellería y Galarza, 1990).

Aunque los eucaliptales no son un medio muy favorable para el carbonero garrapinos, en estas repoblaciones puede alcanzar mayores densidades que en los bosques caducifolios del País Vasco (35 aves/km2; Tellería y Galarza, 1990, 1991). Ocupa los encinares de la submeseta norte en muy bajas densidades, estando en ellos muy afectado por la fragmentación forestal, ya que sólo está presente en bosques de encina de más de 150 ha de superficie (Tellería y Santos, 1997).

Reproductor: 1.660.000-5.200.000 parejas (1997).

Especie próspera y abundante. Fue una de las aves insectívoras más favorecida por la política de instalación de nidales en bosques llevada a cabo en la década de 1970 por el ICONA (Ceballos, 1972). Localmente eliminada de las sierras que han sufrido grandes incendios.

Propuestas: - Conservación del hábitat, manteniendo árboles maduros. - Control del uso de plaguicidas.