Alaudala rufescens (Vieillot, 1819) Nombre preferente:

Terrera marismeña

Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

33007

Presenta en invierno una distribución discontinua por la península Ibérica muy similar a la que registra durante la época de reproducción (Sampietro y Pelayo en Martí y Del Moral, 2003), ligada a las regiones más llanas de los pisos Meso y Termomediterráneo (Tellería et al., 1988b). Así, el núcleo principal y más extenso se encuentra en el valle del Ebro, desde Lleida hasta Navarra y La Rioja, alcanzando las máximas densidades para la Península en las estepas de Aragón. Otros núcleos de importancia son el situado en el cuadrante sureste, así como las zonas litorales del Atlántico andaluz (especialmente las marismas del Guadalquivir). Poblaciones menores y aisladas se encuentran en el delta del Ebro, en ciertas zonas de la meseta meridional y en puntos aislados del litoral de Valencia.

No es descartable la presencia de algún ejemplar en la meseta norte o el interior de Castellón. Pero son extremadamente escasas las citas invernales en estos lugares, donde está catalogada como rareza (Sanz-Zuasti et al., 1999; Fernández y Fernández-Arroyo, 2003; Luque y García, 2009). Por lo que parece, la aparición en estas zonas no sería un fenómeno de invernada regular.

Para Canarias, la subespecie polatzeki (endémica de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria) está bien distribuida por las dos islas más orientales, alcanzando las densidades más altas de España hasta convertirse en la especie más abundante de los hábitats esteparios (Suárez, 1984; Martín y Lorenzo, 2001). Por contra, en Gran Canaria tiene un areal muy fragmentado y con densidades menores. La subespecie nominal rufescens, endémica de Tenerife, ya no ha sido detectada en el presente trabajo.

A escala global, las poblaciones más occidentales son residentes, al contrario de lo que sucede en el este de Europa y Asia donde son migrantes (Cramp y Simmons, 2004). El carácter sedentario de la especie en nuestro país ya ha sido documentado desde hace tiempo (Bernis, 1966-1971). Esto estaría apoyado por la gran coincidencia entre las áreas de distribución primaveral e invernal, y la inexistencia de recuperaciones internacionales de aves anilladas (MARM, 2011).

Durante el invierno forma bandos, a veces de centenares de individuos, que únicamente se desplazan para alimentarse a zonas próximas a las áreas de cría (Sampietro et al. en Madroño et al., 2004; Lorenzo en Lorenzo, 2007). No obstante, históricamente se han registrado unos pocos individuos en paso por el estrecho de Gibraltar (Cortés et al., 1980; Tellería, 1981), y en zonas alejadas de sus áreas de cría como las islas Baleares (AOB, 1985-2010) o las Columbretes (AOCV, 2011). En Canarias también son escasos los registros en islotes donde no cría (Martín y Lorenzo, 2001).

Estos movimientos requieren de un mayor estudio para ver el grado de intercambio entre poblaciones, pero parece que estarían asociados más a movimientos individuales y no a poblacionales (Cramp y Simmons, 2004).

Podría parecer que muestra un espectro de selección de hábitat más o menos amplio durante el invierno. Sin embargo, estudios más detallados a escala de microhábitat demuestran que es bastante selectiva con la estructura de la vegetación. Selecciona preferentemente zonas llanas y áridas con vegetación no muy alta y con amplias zonas de suelo desnudo (Suárez et al., 2002). Siempre que se cumplan estos requisitos geobotánicos, la terrera marismeña puede aparecer en diversos ambientes.

De esta forma, selecciona favorablemente: hábitats pedregosos como algunas poblaciones del sureste ibérico (Sampietro et al. en Madroño et al., 2004), el entorno de humedales salobres, lagunas y cultivos de inundación como en Castilla-La Mancha, marismas del Guadalquivir y el delta del Ebro (Purroy, 1997; García et al., 2000; Curcó-Masip en Herrando et al., 2011), zonas arenosas, playas y dunas como algunas zonas del sureste y el litoral mediterráneo (Sánchez-Zapata, 1991), así como estepas de caméfitos y cultivos de secano, como por ejemplo en el valle del Ebro (Sampietro et al. en Madroño et al., 2004). En el caso de Canarias, la terrera marismeña maximiza sus probabilidades de estar presente (en el 15% de los recorridos por cuadrícula) en localidades donde las precipitaciones invernales no excedan de 200 mm. Esto corresponde también con las zonas esteparias, ocupando en invierno principalmente los llanos pedregosos en Fuerteventura, y hábitats más arenosos en Lanzarote (Suárez, 1984; Carrascal y Alonso, 2005).

Las densidades máximas para la especie en invierno se corresponden con zonas de cultivos de secano y mosaicos agropecuarios. Resulta curioso, puesto que durante la reproducción habita exclusivamente ambientes naturales y algunos estudios no la hallaron en estos hábitats en invierno (Suárez et al., 2002). Parece que esto sucede principalmente en el valle del Ebro, cuando una vez concluida la cría se agrupan en bandos (a veces mixtos con otros aláudidos) para alimentarse en tierras de labor próximas (Sampietro et al. en Madroño et al., 2004).

Reproductor 230.000-260.000 parejas.

Propuestas: - Conservación del hábitat. - Establecimiento de reservas de aves esteparias en el Valle del Ebro y en los litorales mediterráneo y atlántico meridional. - Estudio de la especie. Existentes: - Protección de énclaves óptimos como la Reserva de Las Amoladeras (Cabo de Gata).