Crassula multicava Lem. Ámbito:

Terrestre

    Origen:

No nativa

    Identificador:

1088

Se trata de una especie originaria de África austral (reino Capense).

Florece de marzo a julio. Se reproduce tanto por semilla, que germinan sobre la propia planta madre, como asexualmente por medio de las hojas que son capaces de emitir raíces al entrar en contacto con el suelo. Presenta metabolismo CAM.

Se trata de una planta muy termófila que requiere temperaturas suaves, no inferiores a 7 ºC. Poco selectiva en cuanto a la naturaleza mineralógica del substrato. Se adapta muy bien a los climas secos y con insolación elevada debido a su metabolismo de tipo CAM. Presenta gran plasticidad ecológica, pudiendo naturalizarse en ambientes variados con tal de que se satisfagan sus requerimientos térmicos.

En Canarias, ha invadido zonas de laurisilva de las islas de Tenerife y la Gomera, y también otros ambientes de menor valor ecológico situados en cotas inferiores, donde compite con la flora autóctona a la que aventaja en sus mecanismos de reproducción y dispersión. También puede alterar la estructura de los ecosistemas invadidos, al interferir en el balance hídrico y modificar cualitativa y cuantitativamente la biomasa primaria que se ofrece a los herbívoros.

TF [Tf, Go]. Tendencia demográfica expansiva.

Una vez más incidimos en la necesidad de aplicar medidas preventivas, que en este caso consistirían en prohibir el uso de esta especie como planta ornamental en el archipiélago canario. En cuanto a los métodos de control propiamente dichos, dado el valor ecológico y la fragilidad de los ecosistemas canarios invadidos, desaconsejamos tajantemente el empleo de fitocidas. Los únicos métodos sostenibles serían de tipo mecánico, consistiendo básicamente en la retirada manual de todas las plantas, de manera muy cuidadosa pues como ya hemos dicho basta una sola hoja en el suelo para regenerar una nueva planta. El material vegetal extraído debe introducirse en bolsas de plástico herméticas y posteriormente ser destruido (incineración, pudrición, etc.).

La operación se tiene que repetir varias veces hasta asegurarnos que no ha quedado ninguna diáspora en el terreno que pueda volver a desencadenar la invasión. En los casos de invasiones localizadas y de poca extensión superficial, puede complementarse esta actuación con la colocación de una capa de tierra sobre el terreno de al menos 20 cm de espesor o bien de una lámina de plástico negro, similar a las utilizadas en agricultura, para impedir el desarrollo de nuevos individuos.