Sylvia atricapilla (Linnaeus, 1758) Nombre preferente:

Curruca capirotada

Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

10791

Mundial. Especie politípica distribuida por todo el Paleártico, desde Macaronesia (Cabo Verde, Canarias, Madeira y Azores) hasta el SO de Siberia y centro de Asia (Shirihai et al., 2001). Desarrolla una amplia gama de estrategias migratorias, desde poblaciones septentrionales totalmente migradoras, a poblaciones meridionales sedentarias. España.

Tres subespecies: la nominal ampliamente extendida por la mitad norte peninsular, aunque falta en zonas deforestadas de la submeseta norte, valle del Ebro y páramos ibéricos; la heineken por la mitad sur ibérica y las islas Canarias, cuya distribución es más fragmentada y localizada, con una población más o menos continua a lo largo de Sierra Morena y del Sistema Bético aunque falta en el valle del Guadalquivir y en una amplia franja que se extiende desde Cáceres, a lo largo de La Mancha y Albacete hasta las costas levantinas y el SE árido; en Baleares aparecen las poblaciones más occidentales de la subespecie pauluccii, menos frecuente hacia las islas más occidentales (Shirihai et al., 2001). En Canarias cría en todas las islas, sobre todo en áreas con un buen desarrollo arbóreo, en el borde inferior de la laurisilva, bosque termófilo, cauces de los barrancos y jardines, y sólo en aquellos pinares con sotobosque bien desarrollado. Es muy común en las islas occidentales, y no se ha confirmado la cría en Fuerteventura y Lanzarote y en Gran Canaria ocupa las zonas más arboladas como cultivos de aguacate, huertas y barrancos (Martín & Lorenzo, 2001).

Cría en Ceuta, y en Melilla no se ha confirmado su reproducción segura. Respecto al anterior atlas nacional (Purroy, 1997), se ha mejorado la prospección, y se ha delimitado mejor la distribución en la mitad sur de la Península con lo que se define el arco formado por Sierra Morena y el Sistema Bético. Prefiere hábitat claramente forestales, especialmente bosques planifolios de carácter eurosiberiano y queda relegada en la región mediterránea a aquellos ambientes más umbríos, frescos y húmedos, como es el caso de los bosques de galería.

Esta flexibilidad para adentrarse dentro de regiones más termófilas al amparo de los bosques de ribera explica su presencia en numerosas comarcas donde la vegetación forestal es muy escasa o está formada por bosques de quercíneas esclerófilas (Carbonell & Tellería, 1998).

Se presenta en medios diversos durante el invierno, aunque los ocupa con abundancia muy variable. Según el modelo de distribución invernal obtenido la especie se asocia claramente con los olivares. Así, la probabilidad de encontrarla en una cuadrícula es máxima (con una frecuencia de aparición media del 54% de los recorridos en la cuadrícula) cuando la cobertura de olivares supera los 27 km2. En el centrooeste peninsular también puede alcanzar frecuencias de aparición muy altas en localidades con menos olivar, siempre que existan al menos 3 km2 de olivares y las temperaturas medias invernales superen los 7 ºC.

En Baleares alcanza elevadas frecuencias de aparición (74% de los recorridos) en mosaicos de paisaje no netamente forestal, pero con cobertura de bosques mixtos mayor de 5 km2. En Canarias, aparece hasta en el 18% de los recorridos en cuadrículas donde las precipitaciones invernales superan los 210 mm y los medios urbanos ocupan más de 2 km 2. Los hábitos frugívoros de la curruca capirotada también condicionan sus preferencias de hábitat.

Su capacidad para rastrear la disponibilidad de frutos le lleva a concentrarse allí donde éstos son más abundantes, ajustando su distribución regional de abundancias invernales a la de su principal fuente de alimento (Herrera, 1998; Tellería y Pérez-Tris, 2003; Tellería et al., 2008b). Como consecuencia de este comportamiento de rastreo es especialmente común en el matorral mediterráneo (Pérez-Tris y Tellería, 2002b), pero también explota de manera oportunista cualquier ambiente artificial donde le sea fácil encontrar alimento abundante. En el Mediterráneo, encuentra esas condiciones sobre todo en el olivar (Rey, 1995), aunque otros cultivos (como los naranjales) le ofrecen oportunidades comparables y probablemente explican el repunte de su abundancia en sectores como Levante (Leal et al., 2004).

También destaca su invernada en medios urbanos, donde explota los jardines y comederos artificiales, un aprovechamiento oportunista que, de nuevo, reafirma su capacidad rastreadora, y que podría explicar al menos en parte la flexibilidad evolutiva de su comportamiento migratorio (Berthold et al., 1992). De acuerdo con todo lo anterior, no sorprende que el medio más seleccionado, dada su disponibilidad, sea el olivar, muy por delante de otros tipos de hábitat. Sin embargo, su máxima abundancia se ha detectado en mosaicos agropecuarios muy fragmentados, una categoría de hábitat de naturaleza ambigua que incluye mosaicos de cultivos arbolados y matorrales mediterráneos aclarados para uso ganadero (acebuchares, lentiscares, etc.).

Estos últimos, especialmente bien representados en las costas mediterráneas (y por eso mismo muy maltratados por los nuevos usos del territorio), proporcionan abundantes frutos en ambientes que además son favorables para el equilibrio térmico de los pequeños paseriformes, por lo que son importantes para el mantenimiento de las poblaciones invernantes de curruca capirotada (Pérez-Tris y Tellería, 2002b; Tellería et al., 2005).

Reproductor: 850.000-1.500.000 parejas.

En la Península hay un rico mosaico de sus poblaciones. La forma nominal ocupa la mitad norte, abundante y bien distribuida, que supone el límite meridional de las importantes y extensas poblaciones centroeuropeas. Las del sur ibérico parecen tener identidad propia con rasgos morfológicos y de comportamiento que las diferencia claramente del resto de poblaciones ibéricas y de la subespecie heineken donde tradicionalmente se las incluía (Pérez-Tris et al., 1999; Tellería & Carbonell, 1999; Carbonell et al., 2003). Por último, las poblaciones insulares, aisladas de sus congéneres continentales podrían estar sometidas a historias evolutivas independientes.

Deberían tenerse en cuenta estas cuatro poblaciones como unidades operativas desde el punto de vista de la conservación, sobre todo aquellas constituidas por un menor número de individuos o áreas de distribución más localizadas (por ejemplo las insulares). Además, tiene un papel muy destacado en la dispersión de las semillas de numerosos arbustos y árboles mediterráneos (Herrera, 1995), y aún es poco conocido el papel que juegan las poblaciones residentes en el mantenimiento de las poblaciones de árboles y arbustos endémicos y de distribución muy localizada, cuyos frutos maduran al final de la primavera y durante el verano, cuando aún no han llegado las poblaciones invernantes europeas (Hampe & Bairlein, 2000; Hampe, 2001). -.

Propuestas: - Protección del hábitat. - Control de la caza ilegal. - En zonas de invernada, favorece la existencia de matorrales con frutos carnosos, su prin-cipal fuente de alimentación.