Tragopogon porrifolius subsp. porrifolius L. Ámbito:

Terrestre

    Identificador:

10154

Es circunmediterránea y macaronésica; extendida por la mayor parte de la Península Ibérica, aunque ausente por el oeste y la cornisa cantábrica; también vive en las Islas Baleares y Canarias.

Florece de abril a junio.

Vive en pastizales algo nitrificados o bordes de caminos, sobre sustratos básicos, hasta 1300 m.

Esta planta se ha recolectado como verdura silvestre al menos en Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Córdoba. Se aprovechaba la parte basal de los capítulos florales y las hojas tiernas, que al estar enterradas son de color blanco y resultan más tiernas. Se tomaban crudos en el campo, preparados en ensalada, o se guisaban en casa. También las hojas basales enteras se consumían en ensalada.

La parte tierna del pedúnculo de la inflorescencia y el receptáculo del capítulo se tomaban crudos en el campo como tentempié en Madrid, Albacete, Córdoba y Jaén. Se recolectaban en mayo, antes de que se abriera el capítulo. En el Alt Empordà (Gerona) se consumía la raíz de la subespecie cultivada (Tragopogon porrifolius subsp. sativus), que era más apreciada que el nabo.

En Granada y Ciudad Real se ha consumido la raíz cruda como golosina. La parte aérea se recolectaba para dársela como forraje a los conejos en Toledo, y en Córdoba señalan que el ganado la come bien como pasto. Como planta medicinal solo se ha registrado el uso del látex para cortar las hemorragias de los cortes en la piel, en la Sierra Norte de Madrid, y para curar las grietas en la piel de las manos originadas por el frío o el trabajo manual, en Córdoba.

En Córdoba los jóvenes utilizaban su látex para pintarse en la cara lunares postizos, ya que con el contacto con el aire quedaba negro y luego se podía lavar fácilmente. En Jaén se dice que esta especie crece en tierra pobre.