Acacia saligna (Labill.) H.L.Wendl. Ámbito:

Terrestre

    Origen:

No nativa

    Identificador:

1916

Se trata de una especie originaria del oeste de Australia y de Tasmania, donde vive en zonas costeras arenosas, bordes de ríos, taludes rocosos, bosques esclerófilos, etc., ocupando generalmente lugares secos.

Florece de marzo a mayo. Se reproduce muy bien por semilla, viéndose también favorecida, al igual que otras especies del mismo género, por los incendios, al estimular en calor la germinación de las semillas. En un metro cuadrado debajo de un árbol, pueden caer hasta 500 semillas por año. Pueden ser dispersadas por los pájaros a gran distancia, al igual que por el agua o por el propio hombre.

Presenta un crecimiento muy rápido, lo que ha propiciado su uso habitual en xerojardinería. Las plántulas son muy robustas y desarrollan rápidamente un sistema radicular profundo. Puede rebrotar de raíz después de un incendio o de una tala.

Se asocia simbióticamente con bacterias del género Rhizobium fijadoras de nitrógeno atmosférico en los nódulos que se forman en las raíces. La hojarasca, al descomponerse en el suelo, produce sustancias con efecto alelopático sobre otras especies vegetales.

Tolera bien la sequía y los vientos salinos de procedencia marítima. Prefiere los suelos calcáreos y arenosos. Se adapta muy bien al clima mediterráneo, habiendo invadido amplias zonas con este clima en Sudáfrica y California.

Su rápida expansión ha puesto en peligro varias especies endémicas, como Restio acockii, Chondropetalum acockii, Serruvia ciliata, Leucadendron verticillatum y Gladiolus aureus, incluidas en la lista de especies amenazadas de la UICN. En las áreas invadidas, desplaza a la vegetación natural debido a su gran vigor y a las relaciones alelopáticas entabladas con las especies nativas. En España aparece preferentemente en ramblas del sur y sudeste, aunque sin causar por el momento problemas de conservación importantes. No obstante, se ha naturalizado en el Parque Nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera, que es un espacio muy sensible.

A, AL, B, GI, GR, MA. Tendencia demográfica expansiva.

Una vez más, las medidas más eficaces son las preventivas, evitando su uso en xerojardinería y fomentado el de especies autóctonas de nuestra rica flora. Los métodos de control mecánico deben tener en cuenta la eliminación de las plántulas, lo que implica la repetición de las operaciones durante varios años debido a la presencia de semillas viables en el banco de semillas del suelo. En el caso de árboles adultos, tras la tala, los tocones deben tratarse con herbicida (triclopir, glifosato) para asegurar su muerte y evitar el rebrote. El principal problema que compromete la eficacia de los programas de control es la presencia de un importante banco de semillas en el suelo.

En los casos de invasiones fuertes, deben combinarse los métodos mecánicos y químicos. El incendio provocado es muy útil para estimular la germinación de las semillas del banco del suelo y eliminar posteriormente las plántulas, pero en las zonas mediterráneas está absolutamente desaconsejado. En cuanto a los métodos biológicos, si bien por si mismos no son suficientes para eliminar una invasión ya producida, si que son eficaces para disminuir su expansión y facilitar la acción de los otros métodos de control.

En Sudáfrica, donde las acacias invasoras son un grave problema ambiental, se está investigando con coleópteros del género Melanterius (Curculionidae) y algunos dípteros de la familia Cecidomyiidae para utilizarlos como agentes de control biológico.