Oenothera biennis L. Ámbito:

Terrestre

    Origen:

No nativa

    Identificador:

6632

Especie nativa de América del Norte, ocupando su área original la mayor parte de Estados Unidos y el sur de Canadá, habitando en campos abiertos, cunetas de carreteras, praderas y eriales.

Florece de junio a septiembre. La preferencia por hábitats perturbados mostrada por las especies de este género está en gran medida determinada por el modo de dispersión de la semilla; tienen un gran potencial para la diseminación a largo plazo, pero carecen de adaptaciones para la dispersión espacial a gran distancia. Por ello, se supone que su expansión está fuertemente ligada a las actividades humanas más que a los agentes dispersivos naturales. Las semillas contienen altos niveles de ácidos grasos esenciales que la hacen muy útil en el tratamiento de muchas afecciones (hipertensión, hipercolesterolemia, eczemas, dermatitis atópica, artritis reumatoide, etc.) y para su uso en cosmética como tonificante de la piel.

Las raíces contienen inhibidores de efecto herbicida y fungicida, como ácido gálico o escopoletina, y aunque no se ha llegado a esclarecer si llegan a ejercer un efecto alelopático real en el campo, sí que pueden ser de utilidad en Farmacia. Se hibrida espontáneamente con O. glazioviana, dando formas que deben considerarse sinónimos de otras nothoespecies, como Oenothera x fallax Renner = Oenothera x oehlkersii Kappus = Oenothera grandiflora sensu Franco, Nova Fl.

Portugal 1: 489 (1971).

Preferencia por hábitats perturbados.

En España aparece en biotopos con relativa influencia antrópica, por lo que no supone una amenaza inmediata para los ecosistemas naturales. Está citado en el marjal de Pego-Oliva. Debe vigilarse especialmente su presencia en ambientes riparios, pues además de representar un problema por su competencia con la vegetación autóctona, es bioindicador de degradación de estos ecosistemas.

A, AB, AV, B, BI, C, CC, GI, GU, HU, J, L, LO, M, O, S, SA, SS, T, TF [Pa, Tf], V, ZA. Tendencia demográfica poco conocida, aunque quizá expansiva en las zonas donde abunda.

Pese a no encontrarse en lugares de alto valor ecológico, pero no debe olvidarse que la colonización de ambientes antropizados es casi siempre la primera etapa en los procesos de naturalización e invasión posterior de áreas naturales. Por ello, es recomendable vigilar las nuevas apariciones y, en caso de producirse cerca de espacios valiosos o bien conservados proceder a su eliminación. Teniendo en cuenta el tamaño relativamente grande de la planta, la ausencia de órganos subterráneos que propicien la reproducción vegetativa, la consistencia herbácea y la no presencia de elementos punzantes o urticantes lo más recomendable es la retirada manual de los individuos y su posterior destrucción, antes de la fructificación para anticiparnos a la dispersión de las semillas. Las actuaciones deben repetirse durante varios años en las zonas invadidas para agotar los posibles bancos de semillas que puedan existir en el suelo.

El uso de herbicidas no parece una alternativa a tener en cuenta de momento, aunque en caso de utilizarse podría recurrirse a diversas materias activas con acción sobre dicotiledóneas herbáceas perennes.