Cistus ladanifer L. Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

3618

Es propia de la región mediterránea occidental. Vive en gran parte de la Península Ibérica, salvo en la cornisa cantábrica, parte alta del valle del Duero y valle del Ebro. En España insular solamente está citada en Gran Canaria como introducida.

Florece de marzo a junio.

Se encuentra formando jarales sobre sustratos silíceos pobres, con suelos poco desarrollados, hasta 1500 m.

Actualmente el uso más extendido de esta especie es en perfumería, donde el ládano se usa como fijador de aromas. También destaca su empleo generalizado como planta melífera y un incremento de su venta como ornamental en viveros. Persiste la tradición de comer sus semillas durante los paseos por el campo en algunas zonas de nuestro país, y sus ramas siguen siendo utilizadas como forraje, para fabricar picón y ahumar chacinas.

Las flores se presentan en inflorescencias cimosas, umbeliformes o racemiformes, terminales o axilares y, en ocasiones, con flores solitarias. Tienen flores hermafroditas y los órganos masculinos son capaces de producir ingentes cantidades de polen. Ovario con estilo más o menos largo. El fruto es una cápsula sobre pedúnculos erguidos, con dehiscencia loculicida casi completa en 5-12 valvas, dependiendo de la especie.

Producen numerosas semillas de pequeño tamaño y poliédricas, que presentan letargo de tipo físico (Herrera, 1992; Muñoz Garmendia y Navarro, 1995; López Nieto, 1996; Ruiz de la Torre, 2006). La floración ocurre desde marzo-mayo y es bastante amplia en el tiempo. De polinización entomófila, las flores tienen mecanismos para evitar la autopolinización.

Una vez producida la fecundación, las hojas y brácteas que rodean a la inflorescencia caen y el pedicelo de la misma crece y se lignifica. A principios del estío, los frutos están maduros, los sépalos se caen y la cápsula queda al exterior. A lo largo del verano, ésta se va secando y abriendo para que, a principios de otoño, se produzca la diseminación de las semillas al ser golpeada la cápsula por la lluvia y el viento (Talavera et al., 1993).

La dispersión es anemócora y, de forma secundaria, mirmecócora (por las hormigas). Todas las especies de Cistus son pirófitas, es decir, con letargo que en gran medida superan tras un incendio (Thanos y Georghiu, 1988). Las jaras se regeneran exclusivamente por semilla y no son capaces de rebrotar de raíz.