Quercus coccifera L. Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

7478

La coscoja está presente en toda la Cuenca Mediterránea, aunque con mayor predominio en la parte central y occidental. Ocupa más de 2 millones de hectáreas en masas puras o mezcladas con otros arbustos perennifolios (Le Houérou, 1981). En España está presente en las islas Baleares y en la península ibérica, en amplias zonas del centro, la mitad sur y la mitad oriental. Está ausente en Galicia, Asturias y Cantabria, es rara en Álava/Araba y Guipuzkoa, y no se encuentra en gran parte de Castilla y León (Amaral Franco, 1990; Rosúa Campos et al., 2001).

Habita en un amplio rango de altitudes dentro de la península ibérica, desde el nivel del mar hasta los 1500 m de altitud (La Sagra, Huéscar, Granada), si bien su abundancia se reduce drásticamente a partir de los 1000 m y aproximadamente el 80% de sus citas se sitúan entre 200 y 1000 m de altitud (Cañelas, 1993). Puede habitar en ambientes muy xéricos, como en Cabo de Gata (Almería) con 200 m al año de precipitación, pero también muy húmedos como en Grazalema (Cádiz). Es indiferente a la naturaleza química del suelo, aunque es más frecuente sobre sustratos básicos (Cañelas, 1993). Puede encontrarse sobre suelos pedregosos e incluso yesos, donde se ha señalado la capacidad de la coscoja para prospectar y competir eficazmente gracias a la importante relación media que se establece entre su biomasa subterránea y la aérea, cercana a valores de 3,5 y sensible superior a la de otras especies mediterráneas (Cañellas y San Miguel, 1996).

La coscoja es menos resistente al frío que Q. ilex (Larcher, 1981), que la desplaza en las estaciones más frías, por lo que se restringe en las montañas a la orientación sur. A grandes rasgos se puede encontrar la coscoja formando dos tipos de estructuras.

Por un lado, constituyendo una masa densa continua (garriga) en regiones con una sequía estival prolongada y precipitaciones anuales poco importantes, que protege y estabiliza el suelo y constituye un buen refugio y zona de alimento a la fauna silvestre y ganadera (Nastis, 1981); en muchos casos representan formaciones secundarias resultantes de la degradación de encinares (Rosúa Campos et al., 2001). Por otro lado, se puede observar la presencia de coscojas individualizadas, constituyendo un subpiso arbustivo con pocos individuos dispersos y de talla media, en combinación con encinas y quejigos aprovechados en monte bajo.

La floración se da a lo largo de un mes, habitualmente en torno a abril, y solapa la receptividad de las flores femeninas y la floración masculina, aunque los miembros de una misma población no suelen presentar flores de ambos sexos de forma simultánea. La polinización es anemófila. Las bellotas se dispersan entre octubre y noviembre (Castro-Díez y Monserrat-Martí, 1998) y pueden tolerar heladas de hasta -10,5 ºC. Alterna años de cosecha excepcional con otros de cosecha baja o nula (Martín et al., 1998; Siscart et al., 1999).

En ambientes de elevado estrés la coscoja se reproduce principalmente por vía vegetativa.