Talpa europaea Linnaeus, 1758 Nombre preferente:

Topo europeo

Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

11225

Ocupa prácticamente toda Europa Continental y Gran Bretaña, a excepción de gran parte de las penínsulas mediterráneas y Escandinavia. Por el este llega hasta Siberia occidental. En España se distribuye por el Pirineo y las Sierras Prepirenaicas, Cordillera Cantábrica (hasta León) y Cornisa Cantábrica (hasta el oriente asturiano); presente en todos los Montes Vascos y Montañas de Burgos, ocupando la cabecera del valle del Ebro. Hacia el sur sus límites son menos precisos estando presente en las sierras del norte del Sistema Ibérico.

No existen referencias recientes en Valencia y Castellón, donde era citada a principios de siglo.

En el noreste ibérico el período reproductor se extiende de diciembre a junio, con un máximo de actividad de enero a marzo. Ambos sexos no se reproducen hasta el primer año de vida, pudiendo existir de dos a tres partos por período. El número medio de crías por camada es de 3,12 (rango 2-4). Las crías son altriciales.

Debido a su sistema de vida hipógeo T. europaea necesita de suelos que sean lo suficientemente blandos como para poder excavar sus galerías, pero no tanto como para que éstas se desmoronen. A la vez necesita que estos suelos sean ricos en presas de las que alimentarse. Ambas características, calidad del suelo y disponibilidad de presas, son los principales condicionantes para la presencia de la especie.

Normalmente las galerías se sitúan entre 5 y 30 cm de profundidad. Ocupa principalmente pastizales aunque puede aparecer en bosques con suelos bien formados. Aparece desde el nivel del mar, en la costa cantábrica, hasta los 2.000 m en el Pirineo.

Se ha descrito su dieta en el Pirineo Navarro. Ésta se basa principalmente en tres recursos: las lombrices (20,7%, del total de presas), las larvas de dípteros (21,6%) y las larvas de coleópteros (27,6%), aunque también incluye, en menor medida, himenópteros, coleópteros adultos y quilópodos.

No se considera especie amenazada. No obstante la ausencia de citas recientes en la costa levantina pueden ser indicativas de una regresión en el área de distribución de la especie.

Los topos raramente salen a la superficie, salvo para buscar agua o durante el período de dispersión juvenil. Viven en una intrincada red de túneles, que excavan con sus extremidades anteriores. Son territoriales y existen túneles de paso compartidos por varios individuos. El ritmo diario no parece adaptarse al ciclo de 24 horas, aunque en Cataluña se ha observado un pico de actividad por la mañana, después de la salida del sol, y otro a primeras horas de la tarde.

Los topos han sido acusados de ser animales dañinos al destrozar las huertas y cortar las raíces de las plantas, dificultar el corte de la hierba con las toperas, desnivelar las praderas y mancar a los animales al hundirse las toperas a su paso. Junto con el topo ibérico son perseguidos por los agricultores y ganaderos que los eliminan cuando los encuentran. Hace unos años se perseguían usando trampas, cartuchos de humo o venenos con base de estricnina (como el Topicida Huarte).