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Espacios protegidos

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Nombre Figura de protección Descripción
Enseada de San Simon Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
Amplias superficies intermareales fango-arenosas que incluyen comunidades de Zosteretum marinae y Zosteretum noltii.
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Ria del Eo Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat), Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
Ría cantábrica con importantes superficies intermareales fango-arenosas.
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Rio Eo (Asturias) Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
Uno de los principales ríos salmoneros de la cornisa cantábrica.
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Alto Navia Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
Tramo alto de río con presencia de nutria.
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Rio Ibias Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
Curso fluvial de alta naturalidad.
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Sierra de los Ancares Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat), Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
Espacio situado en el extremo occidental de la cordillera Cantábrica. Importantes alineaciones montañosas en forma de arco constituyen su límite norte y occidental, con altitudes máximas de 1987 msnm en el Pico Cuiña. Estas elevaciones contrastan con los profundos fondos de valle, que en ocasiones se sitúan por debajo de los 800 m de altitud, y recorren todo el Espacio. El importante gradiente altitudinal condiciona la existencia de ambientes muy heterogéneos en el conjunto de un Espacio que presenta una evidente morfología glaciar y unos valores etnográficos de gran interés paisajístico. La orogenia herciniana y más tarde alpina, junto al proceso de modelado glaciar, configuran este espacio como un conjunto de elevadas cumbres, con altitud entre 1.500 y 2.000 m, en el que una amplia red de fallas y fracturas ha favorecido la apertura de los valles, mientras que la acción del hielo ha dado lugar a profundos valles glaciares en forma de ?U?, circos y lagunas glaciares, y a depósitos morrénicos. Si bien la acción de los glaciares fue similar en los valles de ambas laderas de la sierra, fue superior en los valles orientales incluidos en el Espacio. Los materiales predominantes son las pizarras, areniscas y cuarcitas, aunque también se pueden encontrar calizas. Resulta notorio el contraste entre las cumbres talladas sobre duras cuarcitas y los valles encajados en terrenos pizarrosos. En lo referente a las formaciones vegetales, destacan las grandes extensiones de matorral producto de un intenso uso del fuego con objeto de crear zonas de pasto, hoy abandonadas en gran medida. En zonas protegidas del fuego, de difícil acceso o mayor grado de humedad, aparecen valiosas masas boscosas: castañares, robledales albares, puntuales hayedos, abedulares, acebedas y tejedas. En zonas de carácter más mediterráneo y de menor altitud se pueden encontrar rebollares y pequeños encinares con madroño (Arbutus unedo). Una importante superficie del Espacio se encuentra ocupada por forestaciones de coníferas. En el piso subalpino, la etapa clímax es un matorral bajo y denso formado por enebro rastrero y arándanos, alternando con las crestas, los pastizales psicroxerófilos, cervunales y turberas. Roquedos, lagunas (incluye la laguna de El Miro) y prados de siega completan este mosaico de formaciones, aportando ambientes de menor extensión pero de gran riqueza florística y faunística. En los cursos fluviales como en los ríos Cúa y Ancares, pertenecientes a la cuenca del Sil, aparecen alisedas y saucedas, en ocasiones, bastante bien conservadas.
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Montes Aquilanos Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
El espacio incluye las áreas más elevadas de esta extensa alineación montañosa situada en el suroeste de la provincia, en sentido noroeste-sureste, que incluye parte de los Montes de León (Montes Aquilanos y Sierra del Teleno) y que conforma de la división natural de las comarcas de la Cabrera, la Maragatería y el Bierzo. En él se alcanzan altitudes por encima de los 2000 metros y la morfología se caracteriza por laderas en general poco inclinadas. Geológicamente, el sector se caracteriza por un mayor dominio de los sustratos de naturaleza pizarrosa, con algunas introgresiones de calizas y dolomías paleozoicas, como ocurre en los Montes Aquilanos. Las zonas más altas están cubiertas de pastizales y matorrales, y presentan algunos roquedos de gran entidad y canchales. Según se desciende en altitud, los pastizales y matorrales dominantes en las zonas más elevadas van dejando terreno progresivamente a formaciones arboladas como encinares de Quercus ilex subsp. ballota, robledales marcescentes de Quercus pyrenaica y castañares, siendo estos los bosques autóctonos más reseñables. En las laderas y las zonas bajas se encuentran también extensas forestaciones de coníferas. En los valles (que en algunos casos se sitúan por debajo de los 1.000 metros de altitud) pueden localizarse prados de siega, huertas y algunos cultivos. Se incluyen además varios lugares concretos de interés como el Lago de Carucedo y la turbera de Xan de Llamas. En el Espacio destaca paisajísticamente por su belleza el entorno de Las Médulas, que consiste en una zona arcillosa con barrancos, cantiles y agudos cerros residuales resultado de un modelado derivado de la explotación minera de época romana. Paisajísticamente, el Espacio presenta alteraciones antrópicas derivadas de la recurrencia a lo largo de los años de grandes incendios forestales, junto con diversas actividades de minería (extracción de pizarra y caliza).
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Sierra de la Cabrera - ZEPA Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
Espacio ubicado entre las provincias de León y Zamora, de las cuales constituye los límites suroeste y noreste, respectivamente, y que contacta con la provincia de Orense. La red hidrográfica del territorio se sitúa en el límite entre dos cuencas hidrográficas: la del Miño-Sil (río Cabrera) y del Duero (río Eria y río Tera). Predominan las pizarras cámbricas y las cuarcitas armoricanas (Ordovícico inferior), éstas últimas formando las máximas elevaciones. Toda la Sierra de la Cabrera presenta una elevada singularidad geomorfológica como consecuencia de los plegamientos hercinianos y su posterior reajuste alpino, con distintas consecuencias morfológicas según se trate de su sector meridional o septentrional en función de sus distintos materiales. Así en el sector norte, el armazón de la Sierra, a base de pizarras y cuarcitas, provocó que la fisonomía de ésta sea aserrada y dentada, debido también a que la erosión fluvial, motivada por un nivel de base muy bajo (el Miño), erosionase intensamente la vieja penillanura, creando valles en ""U"" con elevada diferencia de cota. El lago de Truchillas y el lago de la Baña son dos ejemplos de lagos glaciares de circo, testigos del glaciarismo que se desarrolló en esta zona durante diferentes fases del Cuaternario. El Lago de Truchillas se ubica en un circo rodeado de un anfiteatro de montañas, con una superficie de 0,04 km. cuadrados y de escaso fondo, se alimenta por algunos neveros de las partes más altas y por el arroyo de la Fuente de la Fermosina. Carece de morrena frontal, consecuencia de la ablación que la ha hecho desaparecer, revistiéndose sus escarpes de grandes bloques de cuarcitas, procedentes del derrumbamiento de sus paredes. Las laderas del valle de acceso (Valle del río Lago) están cubiertas de cantos de cuarcita, que forman el derrubio de las partes más altas de las montañas. Respecto al Lago de la Baña es de destacar la diferencia de nivel, de más de 600 metros, entre las alturas de la penillanura (Peña Trevinca - 2.127 m.) y el Lago (1.380 m). Junto a ello los efectos del glaciarismo cuaternario dejaron aquí su huella: un circo perfecto, las superficies pulimentadas y rocas aborregadas, y sobre todo la gran morrena terminal que envuelve a modo de arco la cuenca del anfiteatro, constituida por grandes losas pizarrosas y bloques angulosos, hasta de 30 m., que presenta un muy buen estado de conservación gracias a que el desagüe del lago se produce subterráneamente por debajo de dicha morrena, siendo casi nulo el efecto de ablación. El Lago es de escasa profundidad y superficie aproximada de 0,075 kilómetros cuadrados, aunque antiguamente debió ocupar todo el fondo del circo, pues éste se encuentra en gran parte cegado por sedimentos que constituyen hoy algunas praderas. Destaca también La Laguna, masa de agua de escasa superficie que está situada aguas abajo del Lago y se alimenta de su desagüe. El paisaje vegetal se encuentra condicionado por las frecuentes quemas para obtener zonas de pasto, lo que da lugar a la dominancia de los matorrales en sus laderas (brezales y piornales), aunque hay buenas representaciones en zonas de umbría y cursos de agua de bosque caducifolio (melojares y algún abedular) y amplias superficies procedentes de repoblación con coníferas, éstas últimas especialmente abundantes en el tercio más oriental del Espacio. Completan este paisaje silíceo, la vegetación anfibia lacustre y las comunidades fontinales de alta montaña, los cauces de agua con sus bosques de ribera (alisedas y saucedas arbustivas) y los pedregales y canchales asociados bien a los bosques o bien a las zonas de gran altitud donde comparten espacio con enebrales rastreros y vegetación quionófila y turbícola.
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Sierra de la Encina de la Lastra Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
La sierra de la Encina de la Lastra es una gran dolomía paleozoica (de naturaleza caliza), aislada en un entorno netamente silíceo, entre las provincias de León y Orense. Se sitúa en el piso mesomediterráneo y apenas sobrepasa los 900 metros altitud. La topografía escarpada del cañón y los cortados calizos atravesados por el río Sil contrastan con la masa de agua del embalse de Peñarrubia situado aguas abajo y las manchas de vegetación acidófila y calcícola. La vegetación dominante son los castañares, encinares y melojares mediterráneos, que junto con la vegetación riparia conforman el estrato arbóreo, apareciendo también madroños (Arbutus unedo) como especie accesoria. Sin embrago, el mayor valor florístico del enclave lo constituyen los escasos afloramientos rocosos de dolomías calcáreas que albergan endemismos de área reducida, algunos de ellos protegidos o amenazados. Se mantienen algunos cultivos marginales en los fondos de valle. Es destacable la presencia de cuevas que acogen una gran importancia para comunidades de quirópteros cavernícolas.
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Montes Aquilanos y Sierra de Teleno Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
El espacio incluye las áreas más elevadas de esta extensa alineación montañosa situada en el suroeste de la provincia, en sentido noroeste-sureste, que incluye parte de los Montes de León (Montes Aquilanos y Sierra del Teleno) y que conforma de la división natural de las comarcas de la Cabrera, la Maragatería y el Bierzo. En él se alcanzan altitudes por encima de los 2000 metros y la morfología se caracteriza por laderas en general poco inclinadas. Geológicamente, el sector se caracteriza por un mayor dominio de los sustratos de naturaleza pizarrosa, con algunas introgresiones de calizas y dolomías paleozoicas, como ocurre en los Montes Aquilanos. Las zonas más altas están cubiertas de pastizales y matorrales, y presentan algunos roquedos de gran entidad y canchales. Según se desciende en altitud, los pastizales y matorrales dominantes en las zonas más elevadas van dejando terreno progresivamente a formaciones arboladas como encinares de Quercus ilex subsp. ballota, robledales marcescentes de Quercus pyrenaica y castañares, siendo estos los bosques autóctonos más reseñables. En las laderas y las zonas bajas se encuentran también extensas forestaciones de coníferas. En los valles (que en algunos casos se sitúan por debajo de los 1.000 metros de altitud) pueden localizarse prados de siega, huertas y algunos cultivos. Se incluyen además varios lugares concretos de interés como el Lago de Carucedo y la turbera de Xan de Llamas. En el Espacio destaca paisajísticamente por su belleza el entorno de Las Médulas, que consiste en una zona arcillosa con barrancos, cantiles y agudos cerros residuales resultado de un modelado derivado de la explotación minera de época romana. Paisajísticamente, el Espacio presenta alteraciones antrópicas derivadas de la recurrencia a lo largo de los años de grandes incendios forestales, junto con diversas actividades de minería (extracción de pizarra y caliza).
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Lago de Sanabria y alrededores - ZEPA Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
El Espacio se sitúa en el extremo noroccidental de la provincia de Zamora, limitando con Orense y León. Se trata de un territorio de media y alta montaña integrado en el macizo galaico-leonés, formado por rocas ácidas paleozoicas (granitos, gneis, pizarras) intensamente erosionadas. La fisiografía del Espacio se encuentra fuertemente condicionada por la acción erosiva del hielo durante la última glaciación. Así, en las zonas más altas de las sierras Segundera y Cabrera aparecen roquedos, pedrizas y canchales, con un extenso altiplano ondulante situado por encima de los 1.700 metros, en el que se encuentra uno de los conjuntos lacustres de mayor relevancia de la península Ibérica, formado por más de treinta lagunas y turberas coronadas por materiales graníticos de origen glaciar. Esta particular topografía en combinación con las condiciones climatológicas del entorno propicia la aparición y mantenimiento de vaguadas higroturbosas de gran interés ecológico. Gran parte de su superficie del Espacio se encuentra por encima de los 1.500 metros de altitud, contando con algunas cumbres de más de 2.000 metros, entre los que destacan Peña Trevinca y Moncalvo, estando el altiplano cortado por valles profundos que en ocasiones forman barrancos pronunciados, por los que discurren ríos y arroyos, entre los que destacan los cañones de los ríos Tera, Cárdena y Segundera, siendo el cañón del Tera el ejemplo más significativo. Estos valles fueron configurados por el avance de lenguas glaciares que irradiaban desde el casquete glaciar superior y que por erosión formaron al confluir en la zona baja una cubeta, que una vez retirado el hielo se rellenó con agua de los cursos fluviales del entorno formando el Lago de Sanabria, que es el lago natural más extenso de la Península, con una superficie de 318,7 ha y una profundidad máxima de 51 m. Los hábitats presentes en las zonas altas aparecen ligados a las lagunas de montaña, turberas, roquedos, matorrales y pastizales (cervunales y pastizales psicroxerófilos), dando lugar a un complejo mosaico en el que es difícil precisar la dominancia de uno u otro tipo de vegetación, pero donde cualquier alteración sobre uno de ellos repercute en el resto, siendo evidente esta intrincada relación en el caso de los estanques (temporales o no), las turberas, los cervunales y los brezales húmedos, incluso entre los pastos, los matorrales de porte almohadillado y los propios brezales húmedos. Estas formaciones están muy ligadas al uso cultural del fuego y a la ganadería extensiva, constituyendo el matorral el elemento que más extensión ocupa. Donde las condiciones de altitud y la recurrencia de los incendios lo permiten, aparecen también formaciones forestales relícticas como tejedas, acebedas y abedulares. En las zonas por debajo de 1.700 m se desarrollan, cubriendo laderas y fondos de vaguada; extensos bosques de rebollo con diferentes grados de evolución. En estas mismas zonas, en aquellos emplazamientos en los que la incidencia de los incendios forestales o las condiciones del medio no han favorecido la continuidad o el desarrollo de bosque, aparecen escobonales y brezales. El Espacio acoge el nacimiento de una rica red fluvial en la que sus principales cauces (Tera, Truchas y Bibey), muestran interesantes comunidades de nacientes mezcladas en ocasiones con herbazales megaforbios y zonas higroturbosas que se enriquecen según descienden con abedulares, saucedas, e incluso formaciones de ribera de aliso en las zonas más bajas.
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Lago de Sanabria y alrededores Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
El Espacio se sitúa en el extremo noroccidental de la provincia de Zamora, limitando con Orense y León. Se trata de un territorio de media y alta montaña integrado en el macizo galaico-leonés, formado por rocas ácidas paleozoicas (granitos, gneis, pizarras) intensamente erosionadas. La fisiografía del Espacio se encuentra fuertemente condicionada por la acción erosiva del hielo durante la última glaciación. Así, en las zonas más altas de las sierras Segundera y Cabrera aparecen roquedos, pedrizas y canchales, con un extenso altiplano ondulante situado por encima de los 1.700 metros, en el que se encuentra uno de los conjuntos lacustres de mayor relevancia de la península Ibérica, formado por más de treinta lagunas y turberas coronadas por materiales graníticos de origen glaciar. Esta particular topografía en combinación con las condiciones climatológicas del entorno propicia la aparición y mantenimiento de vaguadas higroturbosas de gran interés ecológico. Gran parte de su superficie del Espacio se encuentra por encima de los 1.500 metros de altitud, contando con algunas cumbres de más de 2.000 metros, entre los que destacan Peña Trevinca y Moncalvo, estando el altiplano cortado por valles profundos que en ocasiones forman barrancos pronunciados, por los que discurren ríos y arroyos, entre los que destacan los cañones de los ríos Tera, Cárdena y Segundera, siendo el cañón del Tera el ejemplo más significativo. Estos valles fueron configurados por el avance de lenguas glaciares que irradiaban desde el casquete glaciar superior y que por erosión formaron al confluir en la zona baja una cubeta, que una vez retirado el hielo se rellenó con agua de los cursos fluviales del entorno formando el Lago de Sanabria, que es el lago natural más extenso de la Península, con una superficie de 318,7 ha y una profundidad máxima de 51 m. Los hábitats presentes en las zonas altas aparecen ligados a las lagunas de montaña, turberas, roquedos, matorrales y pastizales (cervunales y pastizales psicroxerófilos), dando lugar a un complejo mosaico en el que es difícil precisar la dominancia de uno u otro tipo de vegetación, pero donde cualquier alteración sobre uno de ellos repercute en el resto, siendo evidente esta intrincada relación en el caso de los estanques (temporales o no), las turberas, los cervunales y los brezales húmedos, incluso entre los pastos, los matorrales de porte almohadillado y los propios brezales húmedos. Estas formaciones están muy ligadas al uso cultural del fuego y a la ganadería extensiva, constituyendo el matorral el elemento que más extensión ocupa. Donde las condiciones de altitud y la recurrencia de los incendios lo permiten, aparecen también formaciones forestales relícticas como tejedas, acebedas y abedulares. En las zonas por debajo de 1.700 m se desarrollan, cubriendo laderas y fondos de vaguada; extensos bosques de rebollo con diferentes grados de evolución. En estas mismas zonas, en aquellos emplazamientos en los que la incidencia de los incendios forestales o las condiciones del medio no han favorecido la continuidad o el desarrollo de bosque, aparecen escobonales y brezales. El Espacio acoge el nacimiento de una rica red fluvial en la que sus principales cauces (Tera, Truchas y Bibey), muestran interesantes comunidades de nacientes mezcladas en ocasiones con herbazales megaforbios y zonas higroturbosas que se enriquecen según descienden con abedulares, saucedas, e incluso formaciones de ribera de aliso en las zonas más bajas.
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Sierra de la Cabrera Zonas de Especial Conservacion (Directiva Habitat)
(Categoría UICN: No aplica)
Espacio ubicado entre las provincias de León y Zamora, de las cuales constituye los límites suroeste y noreste, respectivamente, y que contacta con la provincia de Orense. La red hidrográfica del territorio se sitúa en el límite entre dos cuencas hidrográficas: la del Miño-Sil (río Cabrera) y del Duero (río Eria y río Tera). Predominan las pizarras cámbricas y las cuarcitas armoricanas (Ordovícico inferior), éstas últimas formando las máximas elevaciones. Toda la Sierra de la Cabrera presenta una elevada singularidad geomorfológica como consecuencia de los plegamientos hercinianos y su posterior reajuste alpino, con distintas consecuencias morfológicas según se trate de su sector meridional o septentrional en función de sus distintos materiales. Así en el sector norte, el armazón de la Sierra, a base de pizarras y cuarcitas, provocó que la fisonomía de ésta sea aserrada y dentada, debido también a que la erosión fluvial, motivada por un nivel de base muy bajo (el Miño), erosionase intensamente la vieja penillanura, creando valles en ""U"" con elevada diferencia de cota. El lago de Truchillas y el lago de la Baña son dos ejemplos de lagos glaciares de circo, testigos del glaciarismo que se desarrolló en esta zona durante diferentes fases del Cuaternario. El Lago de Truchillas se ubica en un circo rodeado de un anfiteatro de montañas, con una superficie de 0,04 km. cuadrados y de escaso fondo, se alimenta por algunos neveros de las partes más altas y por el arroyo de la Fuente de la Fermosina. Carece de morrena frontal, consecuencia de la ablación que la ha hecho desaparecer, revistiéndose sus escarpes de grandes bloques de cuarcitas, procedentes del derrumbamiento de sus paredes. Las laderas del valle de acceso (Valle del río Lago) están cubiertas de cantos de cuarcita, que forman el derrubio de las partes más altas de las montañas. Respecto al Lago de la Baña es de destacar la diferencia de nivel, de más de 600 metros, entre las alturas de la penillanura (Peña Trevinca - 2.127 m.) y el Lago (1.380 m). Junto a ello los efectos del glaciarismo cuaternario dejaron aquí su huella: un circo perfecto, las superficies pulimentadas y rocas aborregadas, y sobre todo la gran morrena terminal que envuelve a modo de arco la cuenca del anfiteatro, constituida por grandes losas pizarrosas y bloques angulosos, hasta de 30 m., que presenta un muy buen estado de conservación gracias a que el desagüe del lago se produce subterráneamente por debajo de dicha morrena, siendo casi nulo el efecto de ablación. El Lago es de escasa profundidad y superficie aproximada de 0,075 kilómetros cuadrados, aunque antiguamente debió ocupar todo el fondo del circo, pues éste se encuentra en gran parte cegado por sedimentos que constituyen hoy algunas praderas. Destaca también La Laguna, masa de agua de escasa superficie que está situada aguas abajo del Lago y se alimenta de su desagüe. El paisaje vegetal se encuentra condicionado por las frecuentes quemas para obtener zonas de pasto, lo que da lugar a la dominancia de los matorrales en sus laderas (brezales y piornales), aunque hay buenas representaciones en zonas de umbría y cursos de agua de bosque caducifolio (melojares y algún abedular) y amplias superficies procedentes de repoblación con coníferas, éstas últimas especialmente abundantes en el tercio más oriental del Espacio. Completan este paisaje silíceo, la vegetación anfibia lacustre y las comunidades fontinales de alta montaña, los cauces de agua con sus bosques de ribera (alisedas y saucedas arbustivas) y los pedregales y canchales asociados bien a los bosques o bien a las zonas de gran altitud donde comparten espacio con enebrales rastreros y vegetación quionófila y turbícola.
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Calamocarro-Benzu Lugares de Importancia Comunitaria, Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)
(Categoría UICN: No aplica)
El lugar forma parte del piso bioclimático termomediterráneo inferior con un ombroclima de tipo subhúmedo, alrededor de 600 mm. de precipitación media anual. Fitocorológicamente se encuadra en la Provincia Tingitana, dentro de la Región Mediterránea. Además, debe destacarse la importancia de las criptoprecipitaciones en esta zona, ya que son fenómenos frecuentes que contribuyen a reducir notablemente el efecto del déficit hídrico estival. Los materiales geológicos mayoritarios son las filitas color de humo, pertenecientes a la Unidad de Beni-Mesala y las calizas alabeadas del Devónico, del Grupo del Sinclinal Hadú-Fnideq. Intercaladas entre las citadas filitas aparecen barras de cuarcitas, responsables de los resaltes topográficos del lugar. Además, aparecen calizas, dolomías y una serie cuarcítica flyschoide, también integradas dentro de la Unidad de Beni-Mesala, un pequeño afloramiento de flysch oligoceno (Unidad de Beliunex), y esquistos y grauvacas grises de la Unidad del Fuerte de Isabel II. La presencia de cuatro unidades estructurales distintas refleja la complejidad geotectónica de la zona donde se ubica el lugar, situada en el margen interno del punto de inflexión del Arco Bético-Rifeño. Toda esta zona se caracteriza por presentar materiales afectados por un metamorfismo alpino notable y por la relativa antiguedad de los fenómenos tectónicos que los han deformado. Las filitas color de humo, cuya edad se remonta al Pérmico, han sufrido un metamorfismo de grado medio-bajo y se presentan alabeadas y plegadas de forma isoclinal, localmente muy trituradas y con un fuerte grado de esquistosidad. Estas características tienen como consecuencia un importante incremento de los fenómenos erosivos en determinadas zonas. El relieve del lugar es muy accidentado, dominando las pendientes muy fuertes (30 - 50 %), particularmente en las áreas más elevadas. A medida que disminuye la altitud, pasan a predominar las pendientes de tipo fuerte (20 - 30 %). Los elementos estructurales dominantes en el paisaje del lugar son los bióticos, con trazas de elementos abióticos y antrópicos. Desde un punto de vista funcional, puede calificarse como un paisaje rural, aunque en progresión por la recuperación espontánea de la vegetación natural debida al abandono casi total de las prácticas agropecuarias. El atractivo paisajístico del lugar es muy elevado, lo que obedece a la geomorfología de la zona, con grandes variaciones en las pendientes, a la enorme heterogeneidad del paisaje vegetal con numerosas formaciones distintas y a la presencia inmediata de masas de agua marina. Tanto la calidad visual intrínseca como la del entorno inmediato del lugar son especialmente relevantes en los puntos más elevados, que poseen una gran profundidad de su cuenca visual. Como hábitat especialmente importante, no incluido en el Anexo I de la Directiva 92/43/CEE, destaca la comunidad Rupicapnetum africanae, la única formación calcícola exclusivamente norteafricana de todo el territorio español y de la Unión Europea. Dicha comunidad cuenta con elementos vegetales de excepcional interés al tratarse de endemismos de areal muy reducido y que además, en la mayoría de los casos, presentan una alta fragilidad y grandes dificultades para su regeneración natural. Finalmente, debe precisarse que del 48% indicado como monocultivos forestales, una tercera parte está integrada por pinares (Pinus sp.), formaciones que permiten cierto grado de desarrollo de las comunidades arbustivas autóctonas. Además, en determinadas zonas ocupadas por matorral puede constatarse la presencia de alcornoques (Quercus suber) dispersos, alrededor de los cuales existe una regeneración natural del alcornocal.
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Zona maritimo-terrestre del Monte Hacho Lugares de Importancia Comunitaria
(Categoría UICN: No aplica)
Los materiales presentes en el lugar son los denominados gneises ocelados del Hacho, pertenecientes a la Unidad Monte Hacho-Sierra Blanca de la zona interna profunda del Arco Bético-Rifeño, constituida por materiales afectados por un metamorfismo de gran intensidad que ha aumentado la cristalinidad de los mismos. Esta formación se presenta fuertemente diaclasada, con planos de fractura característicos con dirección media de 96º y 16º N, y buzamiento subvertical y 70º S, respectivamente. Estas direcciones de fractura conforman los entrantes y salientes de los acantilados. Además, una importante falla con dirección 155º N origina la "Cala del Desnarigado", la única playa del lugar de cierta extensión. En el aspecto geomorfológico, el lugar presenta dos zonas diferenciadas: una de orientación E constituida por acantilados verticales o subverticales de 30-50 m. de altura, con numerosos entrantes y salientes y una playa formada por materiales de depósito de textura muy gruesa; y otra de orientación NO que presenta afloramientos de roca madre de 15 m. de altura máxima, intercalados con depósitos de reducida extensión formados por materiales de textura media-gruesa. En la zona Este del macizo se forman gran cantidad de calas y zonas protegidas del hidrodinamismo dominante; además en algunos lugares los entrantes son muy angostos y las zonas oscuras y frescas muy abundantes. Debido a lo escarpado del territorio, las zonas intermareales son estrechas y existe un buen número de pequeñas cuevas que quedan al descubierto con la marea baja. El aspecto geomorfológico descrito anteriormente se mantiene en los primeros metros del submareal, los fondos cercanos a los acantilados suelen ser arenosos y arenoso-pedregosos. Hay un gran número de peñas y roques en las cercanías de los acantilados y los fondos alejados de éstos son mucho más aplacerados, combinándose las plataformas inclinadas con extensiones de grandes bloques sumergidos. La zona NO es mucho menos escarpada y los arrecifes costeros intermareales son amplios y abundantes. Los fondos crecanos a la costa son arenosos y los más alejados combinan los fondos de arena con plataformas sumergidas que en algunos sectores ofrecen grandes desniveles. Las condiciones oceanográficas del lugar son el resultado de una combinación de características físico-químicas producida por el encuentro de los dos mares que bañan las costas. Además se producen una serie de fenómenos locales que tienen gran repercusión en las comunidades marinas, como son: el efecto de masa de masa de isla que produce el propio macizo del Monte Hacho al interponerse a las corrientes marinas y los afloramientos de aguas profundas que se producen en las inmediaciones de la zona propuesta y son una consecuencia directa de la geomorfología de los fondos marinos y de las corrientes de salida del agua mediterránea profunda.
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